Celaya, Gto.- Nació como un sueño y una visión compartida por un grupo de amigos que tienen la firme convicción de contribuir al desarrollo de las familias que habitan en la zona rural.
Hoy, transcurridos cinco años, ese sueño es más que una realidad; es una asociación que ha generado un gran impacto positivo para la reconstrucción del tejido social, un proyecto que ha logrado fortalecer los vínculos y generado arraigo, es “Tierra en el Alma”.
En la comunidad de Capulines, una de las más alejadas de Celaya, se creó este gran proyecto y se decidió ahí por varias cualidades, entre ellas que su actividad sigue siendo completamente rural, explicó Georgina Suárez, presidenta de la asociación Tierra en el Alma.
“Hace más de cinco años un grupo de amigos nos reunimos para ver si lo que teníamos en mente se ajustaba a lo que pensábamos y creamos lo que hoy es Tierra en el Alma, una asociación dedicada a desarrollo rural. Se creó en Capulines, una de las comunidades más alejadas pero con muchas cualidades que maneja una vida totalmente rural, que era parte de las características que nos interesaban que tuviera”, explica.
Alineados con el proyecto de reconstrucción del tejido social, los voluntarios de Tierra en el Alma procuran trabajar con todos los sectores de esta comunidad, desde los niños, los jóvenes, las mujeres y los hombres trabajadores del campo.
Entre los ejes de trabajo, se encuentra “Educateea”, un proyecto que pretende impulsar a los jóvenes a cursar y concluir sus estudios universitarios. Actualmente, a través de este programa, dos chicas de la comunidad obtuvieron una beca y se encuentran estudiando su carrera profesional. Una de ellas será maestra de primaria y la otra licenciada en gastronomía.
“Lo que se les pide es que hagan un servicio social en la comunidad, que aporten algo de lo que ellas han tenido oportunidad de aprender”, explica Georgina Suárez.
Otro de los programas es el de regularización académica, que brinda capacitación a las mamás para apoyan a los niños en su educación primaria.
“También tenemos un huerto escuela y el taller ´Sabor de mi Tierra´ con preparación de productos saludables que se elaborar con lo que se producen en el huerto”, añadió.
El objetivo es que las mujeres de la comunidad repliquen este proyecto de los huertos en el patio de sus casas, para que puedan obtener los insumos para preparar el alimento diario, de una manera orgánica y natural.
Para los hombres que trabajan en las labores del campo, se creó el programa de extensionismo, mediante el cual se brinda asesoría para optimizar su producción. Una de las metas es preservar la labranza del maíz criollo y evitar la erosión de la tierra.
Para contribuir a la economía, las mujeres reciben asesoría para desarrollar proyectos productivos. Uno de ellos es el cultivo y preparación de nopal en diferentes variedades, desde el nopal fresco, en conserva y hasta como forraje para el ganado. El otro proyecto es el de elaboración de bisutería artesanal.
Estos talleres, y otros más, se imparten en el salón de capacitaciones que se creó con mucho esfuerzo, con la voluntad de muchas personas que aportaron su granito de arena y que recibió el nombre en honor a una mujer muy querida por la comunidad, que fue la primera en abrir las puertas a Tierra en el Alma y donó un pedacito de su tierra para levantar este recinto, “Tía Juani”.
Como estos, aún quedan muchos objetivos por alcanzar, pero lo más importante es que el mensaje está permeando, la huella se está generando y hoy son los propios habitantes de la comunidad, quienes están impulsando y encabezando los nuevos proyectos.
¡¡Felicidades Tierra en el Alma por la gran labor que están realizando!!