Por: Ricardo Contreras Soto
Iniciamos nuestro viaje descubriendo que hay una ruta más corta de Celaya a Amealco Querétaro por Huimilpan, por la salida al C errito de Querétaro. Hicimos aproximadamente 1.30 horas; se acortó la distancia, aunque el camino es estrecho y con curvas, pero sin tanto tráfico.
Llegamos a Amealco y la magia de las muñecas Otomis se apoderaron de la mirada, nuestras bellas niñas indígenas, su vestimenta llena de historia y colores, muchos puestos vinieron a transformar turísticamente la ciudad, con una derrama económica. La ciudad no se da abasto de las visitas, y descubrimos que es necesario que se implemente, por la Secretaría de Turismo, la logística necesaria para mantener las visitas exponenciales a esta bella ciudad.
Recorrimos los distintos puestos llenos de artesanía, de colores, de formas que remiten a nuestras culturas indígenas.
La música empezó en nuestro recorrido con una flauta de un puesto, junto a materiales distintos que conforman las obras de madera, telas, barro, piedras, que le iban dando formas a las distintas muñecas que son el centro del tema.
Infinidad creativa desde un micro cosmos de figuras en prendedores, monitos de la cultura de masas y otros populares son parte de la muestra de piezas que en su conjunto remiten a las grandes urbes y a las metáforas de ciudadanías encapsuladas, de en los apropiados por un artista.
El mueso de la muñeca con la historia paleontológica de los mamut y otros paquidermos que vivían en la zona, también otros dromedarios que ya no existieron en la región, junto a otra fauna gigante.
Los cuadros huicholes, nos dan idea de la cosmovisión rica y profunda. Los alebrijes, la magia multiforme de distintos animales salen a nuestro paso.
Los eventos artísticos, el huapango como una de las expresiones que hace latir nuestro corazón y nos hace saltar en la tarima para zapatearle a nuestro gusto.