Celaya, Gto.- Detrás de cada puerta, de cada casa, se esconden un sinnúmero de historias, historias que pueden inspirar a otros, historias que pueden hacer que nos demos cuenta de que aquello a lo que muchos consideran un problema, no se compara con lo que viven a diario otras personas, historias que pueden cambiarnos la perspectiva de la vida, de lo que todos conocen como familia, y la pérdida de la inocencia.
En algún momento, todas las personas pueden llegar a pensar que la vida de cualquier niño está resuelta. Al no tener mayores preocupaciones o responsabilidades, ésta puede reducirse a cinco simples actividades: juegos, golosinas, fantasía, amigos, y escuela.
Con eso, y el amor de una familia, se cree en la mayoría de los casos que el menor de edad es feliz y goza de una niñez plena, eso es lo que todos pueden llegar a pensar, pero desafortunadamente no siempre las historias son así.
A sus 10 años, Erick lucha diariamente contra un transtorno bipolar, mismo que es el resultado de constantes abusos y ataques a los que fue sometido por su propio hermano mayor y uno de sus primos.
Su padre, abandonó el lecho familiar desde que él era muy pequeño, por lo que su madre se vió obligada a salir a buscar el sustento; algunos familiares apoyaron, pero la mayor parte del tiempo se encontraba bajo el cuidado de sus dos hermanos mayores y una hermana que padece un desfase de edad cronológica y mental, así fue un tiempo, fue cuidado por aquellos a quienes veía diariamente desde que nació, en quienes confiaba, se sintió arropado y protegido por su familia, pero posteriormente todo cambió.
Esa casa, que para un niño debío ser el lugar más seguro en el mundo, y esas personas en quienes confiaba, a quienes admiraba, y quienes se suponía deberían de cuidarlo ante cualquier peligro, representaron un auténtica pesadilla por tres largos años, tres años donde Erick perdió su infancia, pero nunca la fe de que lograran rescatarlo.
Con sólo cinco años cumplidos, Erick comenzó a ser presa de abusos por sus familiares; paulatinamente, a los ataques se fueron sumando amenazas de hacerle daño a su madre o hermana en caso de que intentara denunciarlos, así como burlas, ya que los agresores en reiteradas ocasiones le comentaron que nadie creería su historia.
A esto, se sumaron castigos, auténticos actos de tortura para doblegar la voluntad de la víctima, algunas veces lo obligaron a subir a un bote de pintura cuando el sol estaba en plenitud, ahí tenía que extender los brazos y en cada mano le ponían un tabique, no podía bajar los brazos, o en caso contrario podrían atentar contra su persona.
Fueron tres largos años de silencio, de miedo, de incertidumbre, de dolor; esos años se llevaron la sonrisa, alegría e ilusión de Erick, y aquél niño alegre, poco a poco se convirtió en una persona retraída, intolerante y agresiva.
Los cambios no pasaron inadvertidos para la madre del pequeño, sin embargo, al indagar no encontraba mayores respuestas; fue un trabajo de tiempo, de recobrar la confianza de su hijo, y finalmente un día Erick confesó que era objeto de abusos. Los responsables fueron denunciados ante la autoridad, pero el verdadero trabajo para recobrar a Erick recién comenzaba.
Esta labor, tuvo un punto medular en las instalaciones de la Coordinación de Acciones a Favor de la Infancia (CAFI), perteneciente al Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia, donde desde hace dos años Erick acude diariamente para complementar sus estudios de primaria, así como para aprender un oficio y convivir con niñas, niños y adolescentes en situación de calle, o que han vivido alguna situación similar a la suya.
Además de acudir a CAFI, donde también se encuentra integrado al programa de desayunos escolares, Erick cursa el cuarto año de primaria formalmente, y poco ha poco ha recobrado la confianza en las personas, gracias a los valores fundamentales de DIF Celaya, respeto, igualdad y amor.
Erick sueña con culminar sus estudios y convertirse en un futbolista profesional, para comprar una casa a su mamá, y construir una escuela como CAFI, donde todos los niños tengan la oportunidad de ser felices, y donde puedan superarse día a día.
A pesar de su corta edad, Erick parece tener la madurez de un adulto, y la madera para ser un líder en toda actividad o meta que se proponga; a todos las niñas, niños y adolescentes les recuerda que no están solos, y los invita a que pongan todo su empeño para salir adelante en la vida.
De la misma forma, a los adultos les recuerda que sólo se necesita una oportunidad para salir adelante, ya que la vida es muy bella como para quedarse sentado pensando en lo que ya pasó, para Erick, todos deben de disfrutar de esta vida, momento a momento, ser muy felices y tratar de hacer felices a los demás.